Tales fueron los procesos mentales paralelos con los que yo respondí durante años a las noticias sobre la corrupción de la FIFA, el organismo que ha mandado en el fútbol mundial con la misma arbitrariedad con que el Politburó mandaba en la Unión Soviética. Hace unos años estaba en el despacho del presidente de un importante club europeo. Blatter, el octogenario capo di tutti capi que había presidido la FIFA desde 1998, dimitió el 5 de junio de 2015, una semana después de las detenciones del hotel Baur au Lac, tres días después de que sus leales esbirros votaran a favor de reconfirmarle en su puesto.